miércoles, 21 de mayo de 2014

Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis ya cabalgan entre nosotros




Muy lejos de tentar una interpretación del contenido del Libro de la Revelación, los párrafos que siguen insinúan apenas que la situación del mundo en estas horas guarda cierto parecido entre las palabras del Apóstol Juan y la realidad.
La palabra “Apocalipsis” ha tenido en los últimos tiempos una vigencia sostenida y aplicada a diversas profecías que alimentaron en el inconsciente colectivo las más diversas teorías.
Es verdad que ese Libro a partir del Capítulo VII detalla las calamidades que sobrevendrán sobre la Tierra cuando se derrame la ira de Dios sobre la humanidad impenitente, sin embargo hay una diferencia entre los castigos venidos del Cielo y la marcha de los famosos Cuatro Jinetes, porque los dolores que anuncian no provienen de Dios sino que son todos causados por el Hombre.
Así, leemos: “Miré y vi, un caballo blanco, y el que montaba sobre él tenía un arco, y le fue dada una corona, y salió vencedor, y para vencer aún”. (Ap. 6, 6-7)
Entre tantas teorías, existe una suerte de consenso en aceptar que este primer Jinete representa el espíritu de la Guerra porque es el único que porta arco y espada, probable referencia a los Partos, únicos guerreros montados del mundo antiguo. La guerra nunca es inducida por Dios, sino un hecho exclusivamente de los hombres que en todas las religiones han utilizado a Dios para justificar sus guerras, como es el caso de lo que está preludiando ocurrir en Medio Oriente.
Luego dice: “Salió otro caballo, bermejo, y al que cabalgaba sobre él le fue concedido desterrar la paz de la tierra y que se degollasen unos a otros, y le fue dada una gran espada”(Ap. 6, 4-5)
El segundo caballo, por su color representa quizás la ira y la violencia, la discordia entre hermanos; una imagen asociada por algunos a las Grandes Guerras del siglo pasado.
Luego sigue: “Cuando abrió el sello tercero, oí al tercer viviente, que decía; Ven, Miré y vi un caballo negro, y el que lo montaba tenía una balanza en la mano” (Ap. 6, 5-6)
El color negro del tercer caballo podría representar la vegetación arrasada por el fuego, los desastres ecológicos que están contribuyendo a la desertificación de la Tierra y dañando su capacidad de dar frutos. Una similitud en la Biblia podría ser la que se consigna en el libro de las Lamentaciones donde dice que: “Nuestra piel abrasa como un horno por la fiebre del hambre (Lam. 5, 10-11:”) que se complementa con la balanza que blande el jinete que era utilizada para pesar los alimentos.
La balanza para medir la comida es una referencia que ya se encuentra en un pasaje de Ezequiel (Ez. 4, 16-17) donde habla de la escasez de agua que llevará a ponerle precio (“agua tasada”, dice), mientras se puede ya leer en los periódicos que la próxima guerra será por el agua.
Una última interpretación del jinete de la balanza puede asimilarse a la injusticia que reina en el mundo, la carestía y las hambrunas que acaban de decretar la ONU, por ejemplo; refrendados por el versículo siguiente que dice: “Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino”. Escasez porque una libra de trigo es suficiente buena comida para una persona, pero no para su familia.
Además, la comida disponible es indigente: cebada. Los productos más refinados como el aceite y el vino, de lujo podría decirse, son cuidados de ser dañados porque son los que consumirían los ricos. Actualmente ya se ve cómo los dueños del dinero van haciéndose de tierras en países extranjeros para controlar en el futuro lo que se plante (Ver nuestro artículo "Hacia un nuevo orden agrícola mundial"

Finalmente, el Libro dice: “Miré y vi un caballo bayo, y el que cabalgaba sobre él tenía por nombre Mortandad, y el infierno le acompañaba. Fuéles dado poder sobre la cuarta parte de la tierra para matar por la espada, y con el hambre, y con la peste, y con las fieras de la tierra”. (Ap. 6, 8-9)
El cuarto jinete monta un caballo bayo, pelaje de color amarillento, macilento color propio de la peste y del color de los cadáveres, del cual el Libro de la Revelación dice que “resume a los otros tres”. Es decir, la muerte por la “espada y la plaga y por las fieras de la tierra”; la espada es la guerra, la plaga el derivado de las guerras y las muertes y las “fieras de la Tierra” serían los poderosos, los dueños del Sistema.
Desde los terroríficos anuncios que precedieron al Año 2012 y las interpretaciones antojadizas sobre los Mayas, a la fecha si bien no ha ocurrido ningún cataclismo universal, lo cierto es que el deterioro en las condiciones de la vida en el Planeta y la inseguridad sobre una eventual tercera guerra mundial se sostienen y hasta crecen.
Aplicando la coherencia, no se puede hablar de un Fin del Mundo por voluntad de Dios, de los dioses o de extraterrestres, sino por la propia mano del hombre ya que todos los eventos que representan los Cuatro Caballos del Apocalipsis provienen de la voluntad del hombre.
Además, por una simple razón de Fe, cualquier pronóstico humano no es razonable, pues como dice Jesús en Mateo, 24:36: "Pero de aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre”.
 Por lo menos, es para pensarlo.

Ernesto Bisceglia.- 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario