Muy
lejos de tentar una interpretación del contenido del Libro de la Revelación,
los párrafos que siguen insinúan apenas que la situación del mundo en estas
horas guarda cierto parecido entre las palabras del Apóstol Juan y la realidad.
La palabra
“Apocalipsis” ha tenido en los últimos tiempos una vigencia sostenida y
aplicada a diversas profecías que alimentaron en el inconsciente colectivo las
más diversas teorías.
Es
verdad que ese Libro a partir del Capítulo VII detalla las calamidades que
sobrevendrán sobre la Tierra cuando se derrame la ira de Dios sobre la humanidad
impenitente, sin embargo hay una diferencia entre los castigos venidos del
Cielo y la marcha de los famosos Cuatro Jinetes, porque los dolores que
anuncian no provienen de Dios sino que son todos causados por el Hombre.
Así,
leemos: “Miré y vi, un caballo blanco, y el que montaba sobre él tenía un arco,
y le fue dada una corona, y salió vencedor, y para vencer aún”. (Ap. 6, 6-7)
Entre
tantas teorías, existe una suerte de consenso en aceptar que este primer Jinete
representa el espíritu de la Guerra porque es el único que porta arco y espada,
probable referencia a los Partos, únicos guerreros montados del mundo antiguo. La
guerra nunca es inducida por Dios, sino un hecho exclusivamente de los hombres
que en todas las religiones han utilizado a Dios para justificar sus guerras,
como es el caso de lo que está preludiando ocurrir en Medio Oriente.
Luego
dice: “Salió otro caballo, bermejo, y al que cabalgaba sobre él le fue
concedido desterrar la paz de la tierra y que se degollasen unos a otros, y le
fue dada una gran espada”(Ap. 6, 4-5)
El segundo caballo, por su color representa quizás la ira y la
violencia, la discordia entre hermanos; una imagen asociada por algunos a las
Grandes Guerras del siglo pasado.
Luego
sigue: “Cuando abrió el sello tercero, oí al tercer viviente, que decía; Ven,
Miré y vi un caballo negro, y el que lo montaba tenía una balanza en la mano”
(Ap. 6, 5-6)
El color negro del tercer caballo podría representar la
vegetación arrasada por el fuego, los desastres ecológicos que están
contribuyendo a la desertificación de la Tierra y dañando su capacidad de dar
frutos. Una similitud en la Biblia podría ser la que se consigna en el libro de
las Lamentaciones donde dice que: “Nuestra piel abrasa como un horno por la
fiebre del hambre (Lam. 5, 10-11:”) que se complementa con la balanza que
blande el jinete que era utilizada para pesar los alimentos.
La balanza
para medir la comida es una referencia que ya se encuentra en un pasaje de
Ezequiel (Ez. 4, 16-17) donde habla de la escasez de agua que llevará a ponerle
precio (“agua tasada”, dice), mientras se puede ya leer en los periódicos que
la próxima guerra será por el agua.
Una última interpretación del jinete de la balanza puede
asimilarse a la injusticia que reina en el mundo, la carestía y las hambrunas
que acaban de decretar la ONU, por ejemplo; refrendados por el versículo
siguiente que dice: “Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes que
decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un
denario; pero no dañes el aceite ni el vino”. Escasez porque una libra de trigo
es suficiente buena comida para una persona, pero no para su familia.
Además, la comida disponible es
indigente: cebada. Los productos más refinados como el aceite y el vino, de
lujo podría decirse, son cuidados de ser dañados porque son los que consumirían
los ricos. Actualmente ya se ve cómo los dueños del dinero van haciéndose de
tierras en países extranjeros para controlar en el futuro lo que se plante (Ver
nuestro artículo "Hacia un nuevo orden agrícola mundial"
Finalmente,
el Libro dice: “Miré y vi un caballo bayo, y el que cabalgaba sobre él tenía
por nombre Mortandad, y el infierno le acompañaba. Fuéles dado poder sobre la
cuarta parte de la tierra para matar por la espada, y con el hambre, y con la
peste, y con las fieras de la tierra”. (Ap. 6, 8-9)
El cuarto jinete monta un caballo bayo, pelaje de color
amarillento, macilento color propio de la peste y del color de los cadáveres,
del cual el Libro de la Revelación dice que “resume a los otros tres”. Es
decir, la muerte por la “espada y la plaga y por las fieras de la tierra”; la
espada es la guerra, la plaga el derivado de las guerras y las muertes y las
“fieras de la Tierra” serían los poderosos, los dueños del Sistema.
Desde los terroríficos anuncios que precedieron al Año 2012 y
las interpretaciones antojadizas sobre los Mayas, a la fecha si bien no ha
ocurrido ningún cataclismo universal, lo cierto es que el deterioro en las
condiciones de la vida en el Planeta y la inseguridad sobre una eventual
tercera guerra mundial se sostienen y hasta crecen.
Aplicando
la coherencia, no se puede hablar de un Fin del Mundo por voluntad de Dios, de
los dioses o de extraterrestres, sino por la propia mano del hombre ya que
todos los eventos que representan los Cuatro Caballos del Apocalipsis provienen
de la voluntad del hombre.
Además, por una simple razón de Fe, cualquier pronóstico humano
no es razonable, pues como dice Jesús en Mateo, 24:36: "Pero de aquel día
y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el
Padre”.
Por lo menos, es para pensarlo.
Ernesto
Bisceglia.-
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