jueves, 5 de junio de 2014

Ratas en la Argentina: Cuidado con las pulgas




La violencia se incuba en el espíritu, se expresa en la palabra y termina en los hechos, una secuencia que la Argentina conoce muy bien, dolorosamente bien. ¿Cómo podremos cerrar alguna vez el capítulo violento de los sesenta si se continúa agrediendo con la palabra desde los micrófonos oficiales?


La expresión de Hebe de Bonafini en su pretendida misiva de saludo a la designación de Ricardo Forster en la "Secretaría del Pensamiento Nacional", no es sino un pretexto más para destilar otra vez el odio que embarga el espíritu de esa mujer y que alienta siempre a la violencia, a tomar los Tribunales, a quemar casas de opositores, a eliminar al que piensa distinto.


El silencio de la propia Presidente de la Nación y los funcionarios nacionales frente a estos desvaríos es un aval a esas opiniones; son un mudo aplauso a la barbarie de las palabras que trasuntan el visceral resentimiento hacia todo lo que sea orden, paz, justicia, Instituciones de la República, incluso.

Bonafini es la voz de una dirigencia que la estimuló con cientos de millones de los argentinos a que exprese lo que ellos piensan, lo que ellos son.


En su misiva a Forster, esta mujer califica a los que no coinciden con el modelo como "...ratas (que) viven poco en cuevas mugrosas, aunque se reproducen pues tienen quien las alimenta”.

Esas "ratas" somos el resto de los argentinos que no pensamos como ellos, que ejercemos nuestro derecho humano y constitucional a disentir, que pensamos que están haciendo mal las cosas, que no queremos más enfrentamientos, que pretendemos un país unido para buscar un futuro mejor.

Nosotros, somos esas "ratas".

Cuenta la leyenda que en el año 1284, la ciudad alemana de Hamelin fue azotada por una plaga de roedores, y un flautista con su música encantadora las llevó fuera de la ciudad y las ahogó en un río. Tal vez, podrían contratar a León Gieco para que hechice a las "ratas" con su armónica vendida, por ejemplo...

Pero se olvida Bonafini que fueron las ratas y sus pulgas las que desataron la mayor peste que asoló la Europa del siglo XIV diezmando a la población.

Deberían tener más cuidado con los epítetos que el Gobierno Nacional deja que sus esbirros lancen sobre la gente, porque estas "ratas" ahora no tienen pulgas, sino votos.

Y para el caso, el exterminio puede resultar igual.-

Ernesto Bisceglia












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