La violencia se incuba en el espíritu, se expresa en la palabra y termina en los hechos, una secuencia que la Argentina conoce muy bien, dolorosamente bien. ¿Cómo podremos cerrar alguna vez el capítulo violento de los sesenta si se continúa agrediendo con la palabra desde los micrófonos oficiales?
La expresión de Hebe de Bonafini en su pretendida misiva de
saludo a la designación de Ricardo Forster en la "Secretaría del
Pensamiento Nacional", no es sino un pretexto más para destilar otra vez
el odio que embarga el espíritu de esa mujer y que alienta siempre a la
violencia, a tomar los Tribunales, a quemar casas de opositores, a eliminar al
que piensa distinto.
El silencio de la propia Presidente de la Nación y los
funcionarios nacionales frente a estos desvaríos es un aval a esas opiniones;
son un mudo aplauso a la barbarie de las palabras que trasuntan el visceral
resentimiento hacia todo lo que sea orden, paz, justicia, Instituciones de la
República, incluso.
Bonafini es la voz de una dirigencia que la estimuló con
cientos de millones de los argentinos a que exprese lo que ellos piensan, lo
que ellos son.
En su misiva a Forster, esta mujer califica a los que no
coinciden con el modelo como "...ratas
(que) viven poco en cuevas mugrosas, aunque se reproducen pues tienen quien las
alimenta”.
Esas "ratas"
somos el resto de los argentinos que no pensamos como ellos, que ejercemos
nuestro derecho humano y constitucional a disentir, que pensamos que están
haciendo mal las cosas, que no queremos más enfrentamientos, que pretendemos un
país unido para buscar un futuro mejor.
Nosotros, somos esas "ratas".
Cuenta la leyenda que en el año 1284, la ciudad alemana de
Hamelin fue azotada por una plaga de roedores, y un flautista con su música
encantadora las llevó fuera de la ciudad y las ahogó en un río. Tal vez,
podrían contratar a León Gieco para que hechice a las "ratas" con su
armónica vendida, por ejemplo...
Pero se olvida Bonafini que fueron las ratas y sus pulgas
las que desataron la mayor peste que asoló la Europa del siglo XIV diezmando a
la población.
Deberían tener más cuidado con los epítetos que el Gobierno
Nacional deja que sus esbirros lancen sobre la gente, porque estas
"ratas" ahora no tienen pulgas, sino votos.
Y para el caso, el exterminio puede resultar igual.-
Ernesto Bisceglia
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