viernes, 6 de junio de 2014

“Yo disiento con Usted, pero daría la vida porque siguiera hablando”…




Es lamentable comprobar cómo hemos perdido como sociedad la capacidad de debatir, de cambiar opiniones, de discutir si fuere necesario, pero en el marco de un respeto por la opinión del otro. Hemos perdido, precisamente, la alteridad. El otro ya no es “otro yo”, sino simplemente, un enemigo.

Hemos cambiado las tribunas por trincheras, no se dialoga sobre los temas que nos son comunes, sino que se dispara violencia, y en la adjetivación se esconde la furia, el resentimiento, cuando no el odio. Flota en el aire un sabor a revancha, a deseo de exterminio del otro.

Han logrado polarizar a la sociedad; somos tan “buenos” o tan “malos” según la camiseta política que tengamos. Hemos perdido la capacidad de ver que debajo de esos colores políticos que son ocasionales, somos todos ARGENTINOS.

Nos han dividido en grupos irreconciliables. Han destruido ruedas de amigos de años, reuniones de familia, “porque con aquél no se puede hablar”. Nos han despojado de la capacidad natural de opinar, de poder ver las cosas de otro color.

La democracia es eso, multiplicidad de opiniones, diversidad de miradas, opciones de referencia, pero sobre todo y ante todo, TOLERANCIA.

Los que no aceptan que se opine diferente, los que tachan con rótulos de “fachos” o “zurdos” a unos y otros, no son democráticos, son autoritarios. Los regímenes fascistas imponen el pensamiento único. Los autócratas son los que se quieren quedar en el poder para siempre. Porque son mesiánicos, se creen iluminados cuando en realidad son soberbios y pequeños.

Este magnífico pizarrón que es Facebook, entre otras cosas, debe servir para eso, para ejercitarnos en opinar distinto, en disentir con el que escribe respetando lo que dice, entre los comentaristas debe haber respeto.

Lograr eso sería un magnífico ejercicio democrático que iría apartando a los autoritarios y a los obnubilados. Mil veces mejor el error al decir que callar o imponer por la fuerza su parecer.

Alguien dijo aquello de que “Yo disiento con Usted, pero daría la vida porque siguiera hablando”.

Sería muy bueno conseguir eso.-


Ernesto Bisceglia 

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