martes, 20 de mayo de 2014

El Oficio del Político



Entre los oficios más honrosos que puede desempeñar un ciudadano, el de militar en política se alza con una de las palmas, porque quién podría negar que la vocación de servicio no sea cosa que a todos agrade y aproveche.

Si, pues, desde su etimología, de "polis=ciudad" en la antigua Grecia, político es aquel que se interesa y trabaja por las cosas de la ciudad, que son al fin las cosas de todos, de modo que esa actitud debe ser loada por los demás mortales que permanecen apáticos frente a la labor que estos hombres y mujeres desarrollan en la comunidad.

Incluso más, hombres y mujeres que a desprecio de sus honrosos lugares y apellidos, se convierten en siervos de sus conciudadanos, toda vez que los elegidos para cargos públicos, desde el concejal hasta el encumbrado/a Presidente, pasando por los gobernadores, son MANDATARIOS, es decir, puestos a órdenes de sus MANDANTES, que son el pueblo mayoritario.

Tal vocación -in extremis- algunos podrían pensar que incluso debiera ser a título honeroso, ya que es un honor ser elegido para solucionar los problemas de los demás; eso dice de sus capacidades superiores, tanto intelectuales, morales como espirituales respecto del promedio.

Claro, la teoría nunca se corresponde con la práctica, eso debe ser, ya que la utopía política de los griegos, se ha convertido ahora en una de las más rentables y rápidas maneras de hacer dinero, de alcanzar honores sin poseer virtud alguna, y de proveerse de bienes lujosos y manutención "ad eternum" sin esfuerzo. Algo ha fallado.

Será pues, que la dicha democracia aún no ha cuajado en las mentes de la mayoría que continúa eligiendo a sujetos que violan la Constitución Nacional y/o Provincial, desde el mismo principio de buscar como eternizarse en el poder en lugar de respetar la alternancia.

Será también que el común no sabe sumar ni multiplicar porque mira los incrementos patrimoniales abusivos con total impavidez, siendo que las matemáticas colapsan al comparar la ecuación "ingreso mensual/beneficios obtenidos".

Será, por último, que también el Pueblo ha perdido ya hasta la dignidad que luego de 30 años vuelve a votar a los mismos sujetos que a esta altura ya han convertido a la democracia en una monarquía porque sus hijos vienen ya heredando los cargos.

Palabras que son una gota en el inmenso mar de un país atontado por un relato que los hace caminar como a los condenados en el Infierno del Dante, con la cabeza mirando para atrás, en lugar de soñar con un país mejor, competitivo, moderno, culto y con una dirigencia capaz y aunque sea un poco más honesta.

Bien decía Segismundo, el personaje de Calderón de la Barca, en el famoso soliloquio, que:


Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,

aunque ninguno lo entiende.

Ernesto Bisceglia

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