sábado, 24 de mayo de 2014

Yo me opongo, tú te opones..., ¿quién más se opone?




En las democracias modernas debiera tenerse por bien distintos en el imaginario popular, qué es el ejercicio del poder, esto es el gobierno según mandan las normas en un régimen democrático, y quién tiene o detenta el poder. Porque hay que decir que Mandatario y Poderoso no son la misma cosa. 

Es que en el transcurso de los tiempos ha habido un desplazamiento del punto del poder, desde su originario natural, o sea el Pueblo, hacia grupos poderosos que se lo han arrebatado. Toda aquella hermosa alegoría sobre la democracia en América que relata Alexis de Toqueville, hoy no es más que una teoría para enseñar Derecho Político, o alguna materia de la rama.

En los hechos, el Pueblo ya no tiene el poder, ya no lo ejerce, sólo cumple el rito cívico de llenar urnas para convalidar lo que ya está establecido detrás de las bambalinas. 

Lo que es peor todavía, es que ni siquiera aquel a quien las urnas dicen ungir con el poder lo tiene, porque el gobernante en realidad es también un mandatario de otro orden más poderoso, el que puso el dinero y la logística para que alcance el sillón. 

De modo entonces que la democracia es cada vez más una entelequia retórica, utilizada para alagar a la masa y adormecer su capacidad de razonamiento mediante el relajamiento cada vez más inmoral de las costumbres y valores. 

Marshall McLuhan tenía razón cuando decía aquello de que el "Medio es el masaje" porque ahora la democracia se ejerce por los medios que cada vez son más dependientes del Estado mediante la pauta publicitaria. Incluso se utilizan para lavar ingentes cantidades de dinero "para la Corona". 

Este fenómeno del manejo del poder ha llevado también a la desaparición de la oposición, espacio necesario para la conformación de un verdadero régimen democrático. Hoy no se distinguen ya con claridad los lindes entre partidos y pensamientos. La llamada "transversalidad" ha sido un efectivo cuento para deglutir partidos políticos y mezclar todo de una forma en que ya es casi imposible saber quién se opone y hasta dónde se opone. 

Esto explica porqué los gobernantes -sobre todo en los populismos- tienden a la permanencia cuasi monárquica en el poder, porque la democracia ya no interesa como sistema, sino sólo el poder. El gobernante no gobierna, representa al poder que lo puso y lo sostiene. 

Para eso cuenta con el apoyo mediático de opinión unificada mediante el dinero y todo avalado por la ignorancia en que previamente han sumido a la población. 

En el "Diario de los Hipócritas", entre otras cosas, se lee: "Comunistas hasta que se enriquecen, feministas hasta que se casan, ateos hasta que el avión comienza a caer"..., agregaríamos, "Demócratas hasta que son elegidos".-

Ernesto Bisceglia

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